Hoy regresé de unas
pequeñas vacaciones que la verdad me hacian mucha falta. Lo primero que hice al llegar fué ir a ver
mis plantas, sé que me extrañaron como yo a ellas. Muchas veces durante el viaje pensaba como lo estarían pasando
sin mí. Dios siempre me envía sus
angeles y me las cuidaron mientras yo regresaba y las regaron.
Gracias cuñaditas queridas por amar lo que es mi fuente de inspiración. Si no hubiera sido por ustedes no habría recogido tomates, pimientos, perejil y albahaca. Estaban super lindos.
Mi planta de romero
no pudo soportar mi ausencia y se marchitó. Es mi consentida y mi orgullo porque es
hermosa y fuerte además de ser la más admirada de mi huerto. Tambien ofrecía albergue a los pajaritos ofreciendole sus ramas para que hicieran sus nidos.
Me dolió verla así.
Espero con mi amor y mis cuidados
volverla a la vida pero sino es así ya tengo varios de sus hijitos retoyando
para reemplazarla y que siga dando vida.
Para mí la naturaleza
es sagrada y siento su vida palpitar igual que la mía. Ya estoy cuidándolas de nuevo porque el
contacto con la naturaleza te acerca más a vivir en plenitud y armonía contigo
misma y con los demás. Es una
satisfacción poder compartir mis frutos con los amigos porque desde la semilla
hasta los primeros brotes y el cuidado que le dediqué a cada una de ellas,
estoy segura que lo que estoy ofreciendo es como un tesoro y lo veo en la
gratitud y alegría que sienten cuando le regalo esa planta que cultivé con
tanto esmero y cariño.
Nunca dejes de
plantar un árbol porque con ello estamos dando vida a nuestro planeta y a la
humanidad. La satisfacción que se siente verlo crecer y desarrollarse no tiene
comparación. Además el contacto con la
naturaleza es una terapia gratuita que fortalece nuestra alma y espíritu para conectarnos con la energía que emana del universo.
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