Esto me ocurrió hace cuatro años. Me sentía tan vacía como si estuviera
perdiendo los sentimientos y la
compasión por las demás personas. La
verdad me sentía muy sola a pesar de tener muchas personas alrededor. Eran unos de esos días en que uno siente que
nadie lo quiere. Son etapas que uno vive o sentimientos femeninos que no son
entendidos. No me gustaba lo que estaba
sintiendo.
Le pedí a Dios que me ayudara
a ser compasiva. Lo menos que me
imaginaba era que el dolor de otra persona iba a ser mi sanación interior.
Recuerdo que era sábado, esa
mañana me fuí de compras y estando en una tienda de ropa me encontré con una
persona conocida, que aunque no es
precisamente una amiga si una persona que respeto por su forma de ser y por
conocer la tragedia que le ha tocado vivir. Perdió a su hija y a su nieta que iba a nacer. Las perdió a las dos el mismo día. La saludé y le pregunté si se acordaba de mí,
me dijo que si y me dió un beso. No le pregunté nada de su situación pero ella
comenzó a contarme todo. Traté de darle
animos y según me contaba me conmovió hasta las lágrimas, lágrimas que no me
importó quien pasara y me viera llorar. Según
me contaba hice su dolor como mío. La abrazé queriendole transmitir todo el inmenso amor y compasión que brotaba de mi corazón. Como me hubiera gustado tener el poder de quitarle ese
dolor.
Pedí a Dios que la ayudara a sanar todo ese dolor
y devolverle la alegría de vivir. Le dije: no estés tan triste, tu hija no quiere verte
asi, regálale una sonrisa, piensa que Dios necesitaba dos angeles y las escogió a ellas. Me despedí deseandole muchas
bendiciones y me sonrió. Me conmovió tanto y sentí tanto amor y compasión
por ella que creo que pude aliviar un poquito su dolor. Le deseo con toda mi alma la sanación que solo
viene del amor de Dios.
Sacarle una sonrisa fué para mí
el mejor regalo y tengo la certeza que tú señor me pusiste ahí esa mañana para
mostrarme y probarme que para sentir amor primero hay que darlo. Gracias por hacerme el día, ella con su dolor
me mostró el amor e hizo que me diera cuenta que a veces el trajín de la vida
nos atrapa tanto que nos desconectamos del dolor humano.
Desde ese día cuando me siento
agobiada y triste pienso que existen muchas personas pasando por situaciones
tan terribles que lo mio no tiene importancia.
Doy gracias a Dios todos los días
por cuidar de mí y toda mi familia y nunca olvidar que lo más grande en
nuestras vidas son los sentimientos.
Comentarios
Publicar un comentario